Demasiado Peligroso II
Miraba fijamente la oscura y solitaria
carretera, me encantaba conducir de noche, y escuchaba la voz que
salia de la radio, un programa de los cuarenta principales, a veces
esa voz tenue de personas que dedican canciones a sus familiares y
amigos mas queridos, me hace sentir lo poco humana que soy, y a veces
esas tristes canciones dedicadas a todo volumen, me encanta escuchar
música a todo volumen, lo miraba de reojo sentado a mi lado, sin
moverse, sin decir nada, solo escuchando el sonido de mi respiración,
de su respiración y la correa atada de su cuello hasta mi muñeca, se
movía bruscamente cuando cogíamos una curva y tenia que girar el
volante hasta casi caer encima de mi, yo lo apartaba de un suave
empujón , que hacia que se moviera encima del asiento colocándose
recto de nuevo – hemos llegado- susurre acercándome a su oído.
Desate la correa de mi muñeca, salí
del coche, abrí la puerta del copiloto y me acerque a el que aun
estaba sentado, ate de nuevo la correa a mi muñeca y acerque mi
nariz a su cuello justo antes de salir del coche y sacarlo a el,
dando un suave tirón de la correa sacando antes su cabeza y el resto
de su cuerpo que lo seguía casi reptando – sígueme perrito- dije
mientras carcajeaba
(tener un campo a las afuera te da
tantas posibilidades, nadie te ve, nadie pregunta, y puedes gritar
nadie te escucha)
era mi monologo mientras tiraba de la
correa hasta llegar a la puerta de la casa...
-quieto perrito- lo agarre del cuello,
mordí sus labios hasta hacerlo sangrar , clave mis uñas en su cara y
lo empuje hasta que se quedo sentado en la tierra justo delante de la
puerta de la casa...
-bienvenido al infierno, la tortura te
espera detrás de esa puerta-
Dedicado
a –sicomoro-
no deberías buscar lo que no eres capaz
de soportar