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jueves, 22 de septiembre de 2011

PETER KURTEN, EL VAMPIRO DE DUSSELDORF

*Arrastrando sentimientos*


PETER KURTEN, EL VAMPIRO DE DUSSELDORF

nos centraremos en el “Vampiro”. Pero no vamos a hablar de mitología o ficción sino que vamos a tratar un tipo de vampiro real, muy alejado del típico vampiro de la literatura o del folklore, pero al que se le puede aplicar también este nombre debido a sus connotaciones sangrientas y criminales. El más importante de estos 'vampiros' es, sin duda, Peter Kurten bautizado como “El vampiro de Dusseldorf”. Su vida fue una constante de muerte, asesinatos y sadismo durante unos 40 años. El terror que llegó a infundir en la ciudad quedaría reflejado en la obra maestra cinematográfica de Fritz Lang “M, el Vampiro de Dusseldorf”, con Peter Lorre en el papel del asesino.

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Centrémonos pues en el personaje que nos ocupa y en su sangrienta y violenta trayectoria.

Peter Kurten, el Vampiro de Dusseldorf



Peter Kurten nación en el 26 de Mayo de 1883 en Mulheim, Alemania. Al parecer, su padre era alcohólico y solía dar tremendas palizas a cualquiera de sus 13 hijos, además de violar a su esposa delante de los niños. Su padre fue encarcelado por cometer incesto con su propia hija. El propio Peter comentaba: "La familia entera sufría de su bebida, porque cuando estaba borracho, mi padre era terrible. Yo, por ser el mayor, fui el que más sufrió. Como podéis imaginar, vivíamos en una terrible pobreza, todo lo que ganábamos se iba en bebida. Todos vivíamos en una pequeña habitación y os podéis imaginar lo que eso afectó a mi sexualidad".

Peter Kurten
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En dicho ambiente, Peter se refugió trabajando con el perrero municipal, con el que descubrió el placer de matar a los perros que nadie quería recoger. Y fue a la temprana de edad de 9 años cuando Peter cometió su primer crimen, por partida doble: lanzó a un compañero de 5 años al agua para que se ahogara y repitió la operación con otro compañero de la misma edad que intentaba salvar al primero.

Ya casi adulto, Peter fue encarcelado durante dos años por diversos robos. Esto le provocó un resentimiento hacia la sociedad alemana y despertó sus pensamientos depravados de fantasías sexuales. En la cárcel prefirió estar solo ya que, según contó después, esto le permitía tener paz y tranquilidad para usar la imaginación: "Pensaba en mí mismo causando accidentes que afectaban a miles de personas e inventaba muchas fantasías como puentes explotando o agujeros que aparecían bajo los pilares de los puentes. Luego estuve imaginando que creaba un bacilo que introducía en el agua potable para causar una gran tragedia. Me imaginaba utilizando orfanatos y escuelas para mi propósito, donde pudiera llevar a cabo mis asesinatos regalando onzas de chocolate con arsénico robado. Obtenía el mismo placer de esas visiones que el que otros pudieran obtener pensando en una mujer desnuda".

Con 17 años, Peter intentó violar y estrangular a una mujer en el bosque de Graffenberg, consiguiendo esta escapar llena de magulladuras. Estaba tan asustada que no dijo nada a la policía.

En 1913, Peter ya era todo un especialista en el robo a tabernas. En una de las ocasiones, mostró cierto interés a una perteneciente a Otto Kleinn. Subió a la planta superior donde encontra a una niña de 10 años durmiendo. Peter la cogió del cuello con las dos manos y la estranguló para luego abusar de ella sexualmente. Peter Kurten explicaría posteriormente con todo detalle cómo sentía una sensación similar a un orgasmo cuando veía salir la sangre al cortar el cuello con un cuchillo. Aquella noche, Peter Kurten tuvo mucha suerte, pues dejó olvidado un cuchillo con las iniciales P.K. Peter Klein, hermano del dueño de la taberna quien había estado discutiendo con él aquella noche, por lo que todo parecía indicar que había sido una venganza: "Te haré algo que vas a recordar toda la vida", fue lo último que le dijo antes de salir de la taberna. Posteriormente, Peter Klein fue declarado inocente del asesinato de su sobrina Christine al no poder hallarse pruebas concluyentes de su culpabilidad. Al día siguiente del asesinato, Peter Kurten volvió a una taberna enfrente de la anterior para disfrutar con los comentarios de la gente. Poco después comenzó una serie de ataques con hacha y estrangulación por las calles de Dusseldorf.

Después de aquello, Kurten fue encarcelado por desertar del ejército. Fue liberado en 1921 y trató de crearse una nueva imagen. Se hizo con una floristería y se convirtió en un respetado sindicalista. En 1925 se casó con una prostituta con la que se fue a vivir a un apartamento en el centro de Dusseldorf. Su regreso a Dusseldorf volvió a despertar su instinto asesino: "La puesta del sol era rojiza, sangrienta, a mi regreso", interpretando esto como una profecía de su destino. Cuatro años de pequeños crímenes serían los que pasarían hasta que Peter Kurten volviese a actuar de manera brutal.

El 3 de Febrero de 1929, Peter le clavó unas tijeras hasta 24 veces unas tijeras a una mujer, de nombre Kühn, con la que se había cruzado. Sin haberla llegado a matar, Peter huyó del lugar. Cinco días después, Peter apuñaló a una niña de 8 años, le echó petróleo e intentó prenderle fuego. Peter descubrió el placer al regresar a la escena del crimen y confesó que este tipo de hechos, ocasionalmente le provocaba orgasmos. Otros 5 días después asesinó a un mecánico de 45 años cuyo nombre era Scheer, propinándole 20 puñaladas. Al día siguiente Peter pasó por allí y entabló una entretenida charla con un policía sobre el asesinato.

En otra de las ocasiones, la suerte le sonrió a Meter ya que la policía arresto al Sr. Stausberg, por perseguir a dos mujeres con una soga. El individuo en cuestión se confesó responsable de todos los crímenes hasta la fecha. Pero, a principios de Agosto, dos mujeres y un hombre fueron apuñalados por la espalda por alguien que antes de hacerlo les dijo “Buenas tardes”. Este suceso puso nuevamente en alerta a la policía sobre la posibilidad del error en la detención.

El 29 de Agosto, aprovechó la celebración de la feria de Flehe para cometer nuevos y brutales crímenes. Mientras merodeaba por la feria, se cruzó en el camino con Luise Lenzen (13 años) y Gertrud Hamacher (5). Le comentó a Luise si podía comprarle tabaco mientras él cuidaba de la pequeña Gertrude. Tan pronto como se quedaron a solas, Peter estranguló y le cortó el cuello a la niña, repitiendo la operación con Luise a su regreso. La siguiente tarde, una muchacha fue acosada por un hombre que trataba de persuadirla para mantener relaciones sexuales. A la respuesta de “preferiría morir”, este le respondió “entonces muere” y la apuñaló. Gertrude logró sobrevivir al ataque de su agresor y se convirtió en la primera persona en dar una buena descripción de su asaltante, que resultó ser un hombre de aspecto agradable de unos 40 años.

Gertrude Hamacher
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Kurten perdió totalmente el control de sus impulsos sádicos. El 29 de Septiembre violó a otra muchacha de 31 años, Ida Reuter, y la mató a martillazos en un bosque a las afueras de Dusseldorf. El mismo destino sufriría Elizabeth Dorrier, una muchacha medio gitana el 12 de Octubre del mismo año. El 25 de Octubre volvió a dos mujeres con un martillo.

Ida Reuter
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Dusseldorf se encontraba en una situación de pánico extremo, sólo comparable al que causó Jack el Destripador en Londres. El 7 de Noviembre desapareció Gertrude Albermann, una niña de 5 años. Dos días después, un periódico local reciba una carta con un mapa indicando dónde encontrarla. La niña apareció en dicho lugar estrangulada y apuñalada unas 35 veces.
En 1930 proseguían los ataques con martillo y estrangulaciones, haciendo que toda una ciudad se sintiese impotente a la hora de detener a este asesino. Sin embargo, la increíble suerte que le había acompañado hasta entonces pareció volverse en su contra. Maria Budlick, una criada sin empleo se desplazaba de Colonia a Dusseldorf en busca de trabajo. Al llegar se encontró en la estación de tren un hombre que le ofrecía guiarla hasta una residencia de mujeres. Tras aceptar la proposición, la mujer recordó los titulares de los periódicos, declinando la ayuda del hombre. Pero este seguía insistiendo mientras la mujer continuaba negándose, teniendo que intervenir un segundo hombre. El primer hombre se marchó y Maria se quedó con su salvador, que no fue otro que Peter Kurten. "La chica me dijo que estaba sin trabajo y no tenía dónde ir. Accedió a venir conmigo a mi habitación del Mettmanner Strasse pero luego, de repente, me dijo que no quería mantener relaciones sexuales conmigo y me preguntó si podía encontrarle otro sitio para dormir".

Los dos se fueron en un tranvía a Worringerplatz y luego se adentraron bastante en los bosques Grafenberg. Allí Kurten cogió a Maria por el cuello y le preguntó si podía tenerla. "Pensaba que bajo las circunstancias aceptaría y acerté. Después la llevé al tranvía, pero no llegué hasta él con ella porque temía que pudiera informar al policía que había allí. No tenía intención de matar a Budlick ya que no había mostrado resistencia".

Kurten se encontraba tranquilo y seguro de que nadie le había visto llevarla a la estación. "No pensaba que Budlick fuera capaz de encontrar el camino a mi apartamento en la oscura Mettmaner Strasse. Así que me sorprendí mucho cuando el miércoles 21 de Mayo la vi otra vez en mi casa". En contra de lo que pensaba Peter, Maria había recordado la calle, sobre todo por la placa indicadora. Aunque Maria le había prometido no decírselo a nadie a cambio de salir con vida, esta escribió una carta a una amiga relatándole la historia. La carta le llegó a una persona equivocada (Brugmann en vez de Bruckner), que al leerla llamó a la policía. María Budlick fue localizada por la policía y, para sorpresa de Peter, fue capaz de llevarlos al apartamento de Mettmaner Strasse. Sin embargo, Peter no se encontraba dentro cuando ella llegó y cuando este se cercioró de lo que estaba ocurriendo se fue de allí con el sombrero tapándole los ojos. Hasta ese momento, Peter Kurten sólo podía ser acusado de la violación de María. Nada más lo relacionaba con los crímenes del vampiro. Sin embargo, este hecho delictivo era suficiente como para 15 años de cárcel.

El jueves 22 de Mayo pasó por su casa a visitar a su esposa y recoger sus cosas. Pasó la noche en una habitación alquilada donde durmió hasta el viernes por la mañana. Fue esa mañana cuando se decidió a contarle a su esposa lo ocurrido. La desesperación se apoderó de su mujer, desempleada y con su esposo prácticamente en la cárcel. Esta le amenazó con suicidarse si la abandonaba para huir. Ante tales hechos, Peter decidió “rendirse” para sacarla del apuro a su mujer. Le confesó que él era el temido y buscado “vampiro” revelándole todos sus crímenes. Le propuso que fuese sea ella quien lo denunciase a la policía para recibir la recompensa. Y así fue. El 24 de Mayo de 1930, la esposa de Peter le contó todo lo acontecido a la policía, indicándole que había quedado con él a las 3 de la tarde en la puerta de una iglesia. Toda la zona fue rodeada y 4 oficiales vigilaron dicha zona con sus revólveres cargados. Peter apareció y se entregó sin ofrecer resistencia: “No hay razón para tener miedo”, dijo a la policía.

Una vez arrestado, Peter habló con un afamado psicólogo, el doctor Karl Berg, que escribiría un libro sobre Peter titulado “El sádico”. Berg consiguió hacerse con la confianza de Peter descubriendo que su memoria llegaba a tener una extraordinaria claridad a la hora de recordar cada uno de los detalles de sus crímenes. Era curioso que cuando se trataba de cosas que para Peter no tenían valor emocional, su memoria era muy mala.

Dibujo de Peter Kurten
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Fue el propio Peter Kurten el que dio su lista de asesinatos, llegando a un total de 79, los cuales fue describiendo uno a uno. Un número tan grande de crímenes no era creíble, así que se tomó su tiempo para ir detallando uno a uno al psicólogo cómo habían sucedido. El mismo Kurten le dijo a Berg que entendía que no se los creyese todos a pies juntillas porque cualquiera podía atribuirse crímenes leyendo en los periódicos los detalles.

Es curioso que el verdadero motivo que llevaba a Kurten a contar todos sus crímenes al detalle y su empeño en que se los atribuyesen no era otro que garantizar un futuro a su esposa, aquella a la que había sido infiel pero a la que quería garantizar una recompensa para años venideros.

Finalmente fue acusado de 9 asesinatos consumados y 7 intentos de asesinato. El juicio comenzó el 13 de Abril de 1931 y se convirtió en un espectáculo. Peter estaba encerrado en una jaula que le llegaba hasta los hombros. Detrás de él se colocaron calaveras de sus víctimas, partes de cuerpos mostrando los daños causados y numerosos objetos utilizados: cuchillos, cuerdas, tijeras, martillos, etc.

La gente quedó sorprendida al encontrarse con un "monstruo" vestido como un hombre de negocios, con buena voz y buen aspecto. Inicialmente se declaró inocente asegurando que había confesado los crímenes para ayudar a su esposa pero, tras dos meses de juicio, volvió a su confesión original.

Los mejores doctores de Alemania testificaron que Peter había sido perfectamente consciente de todos sus crímenes y que su motivo no era otro que vengarse de la sociedad por lo que le habían hecho pasar en la cárcel. A la pregunta de si tenía conciencia, Peter respondió: “No tengo. Nunca sentí arrepentimiento en mi alma; nunca pensé que lo que hice estaba mal aunque la sociedad lo condenara. Mi sangre y la de mis víctimas estarán en la cabeza de mis torturadores. Debe haber un Ser Superior que creará la chispa de la vida. Ese Ser juzgará buenos mis actos puesto que vengué mi injusticia. Los castigos que sufrí destruyeron todos mis sentimientos de ser humano. Por eso no tuve piedad con mis víctimas".

Peter describió con un detalle asombroso cada uno de sus crímenes. El jurado se tomó solo hora y media para declararlo culpable de todos los cargos, condenándolo a muerte 9 veces.
Kurten fue guillotinado el 2 de Julio de 1931 en la prisión de Klingelputz. Antes de morir le dijo al psiquiatra de la prisión: "Dime. Una vez que me corten la cabeza, ¿seré capaz de oír, al menos por un momento, el sonido de mi propia sangre saliendo de mi cuello? Ese sería el placer para acabar con todos los placeres.”

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